lunes, 31 de mayo de 2010

Sentido Y utilidad de la Filosofía.

A la filosofía se le puede atribuir una utilidad teórica (da respuestas razonables a nuestras preguntas) y una utilidad práctica (puede orientamos en la vida, individual y colectiva) .


-Utilidad teórica

La filosofía responde a la necesidad humana de saber y, en particular, a la necesidad de saber a qué atenerse. De ahí su utilidad inmediata: dar respuesta a nuestras preguntas, saciar nuestra curiosidad intelectual. Y de ahí, también, la finalidad de la filosofía desde sus comienzos: conocer la verdad, su perar la ignorancia, salir de la confusión, prevenimos de las creencias infundadas.
Pero la filosofía no solo ofrece respuestas a nuestras pregun tas, sino que, además, nos ayuda a escoger las respuestas más razonables. En efecto, la filosofía constituye un mo delo de racionalidad teórica, en la medida que justifica con razones, y a poder ser con buenas razones, lo que sa bemos e ignoramos, y marca los límites de lo que no puede saberse.

El origen de las ciencias particulares es otro ejemplo que ilus tra la utilidad teórica de la filosofía. En efecto, a lo largo de la historia, la filosofía ha funcionado como una antesala de la ciencia. De la filosofía proceden la astronomía, la físi ca, la química ... y, por tanto, todas sus aplicaciones. ¿Puede pensarse una utilidad mayor?


-Utilidad Práctica

Además de su utilidad en el ámbito teórico, la filosofía tiene aplicaciones en la vida práctica. En primer lugar, porque la filosofía aspira a descubrir la mejor forma de vida y, cuando cree haberla descubierto, la explica y fundamenta en razo nes. En este sentido, la filosofía constituye un modelo de racionalidad práctica: ayuda a que nos formemos una concepción razonable de lo que puede ser una vida buena y a evaluar aquellas situaciones en las que se tienen que tomar decisiones y actuar.
La filosofía también nos ayuda a identificar los valores de la convivencia y a darles una justificación racional. En este sen tido puede afirmarse que la filosofía ayuda a desarrollar personas cívicas, -es decir, ciudadanos activos y responsa bles, críticos con la autoridad y sus normas, capaces de res petar las normas y a los demás y de colaborar con ellos por el bien de la colectividad.
La filosofía también nos enseña a pensar con orden y criterio y, por tanto, tiene su utilidad a la hora de construir nuestra concepción del mundo. Una concepción del mundo está formada por ideas que, en la medida de lo posible, deberían ser el resultado del análisis y la justificación racio nal. En este proceso, la filosofía puede prevenimos del error, los prejuicios y las actitudes dogmáticas, ayudamos a evaluar nuestras creencias y animamos a rechazar aquellas que no hayan sido aceptadas voluntariamente por nuestra razón.


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